miércoles, 28 de marzo de 2012

EXPLOTACIÓN SEXUAL DE NIÑAS Y MUJERES EN CAMBOYA


Este vídeo cuenta la pesadilla de Srey Lyn, que con solo 10 años logra vencer el miedo y nos cuenta los abusos que sufrió a manos de su padre. Cuando la historia de su violación corrió de boca en boca sus vecinos la señalaban y sus amigas ya no querían sentarse a su lado en el colegio. Forzada a abandonar Takeo, una pequeña aldea al sur de Camboya, su madre la lleva a un centro de acogida en la capital donde conoce a otras niñas que también han sufrido abusos. Allí le recomiendan que hable para poder olvidar y Srey Lyn decide escribir su historia en un diario. A través de sus páginas descubrimos cómo una niña tan pequeña es capaz de enfrentarse a su pasado para soñar con un futuro.  

Unos cien millones de niños y niñas son explotados sexualmente en el mundo y cada año entran a formar parte de este negocio otro millón de menores. El fenómeno ha crecido de tal manera que en la actualidad es el tercer tipo de comercio ilegal en volumen en todo el planeta. Sin embargo, cada vez son más las organizaciones y personas que luchan contra la explotación sexual de mujeres y niños.
Es el caso de Somaly Mam, camboyana de 33 años que sabe lo que se siente siendo víctima del comercio sexual. Con sólo 14 años fue vendida a un hombre mayor que ella y poco después la obligaron a prostituirse en un burdel hasta que un cooperante francés la rescató de su situación. Desde entonces, Mam no ha parado en su empeño de acabar con la explotación sexual de mujeres y niñas a través de la Asociación Acción por las Mujeres en Precario (AFESIP), ONG que dirige desde 1995. Desde su experiencia, esta mujer — Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 1998 – afirma que las niñas explotadas “nunca” volverán a tener una vida normal y pide el apoyo de la comunidad internacional para poder juzgar, desde los países de origen de los agresores, los abusos sexuales a menores. Somaly Mam cuenta que:
A muchos hombres asiáticos les atraen las niñas y las menores de edad vírgenes, piensan que si se acuestan con ellas tendrán una vida larga y llena de suerte. En Camboya, por ejemplo, el 90 por ciento de los hombres explotadores son asiáticos atraídos por la virginidad de las niñas. En estos momentos, Camboya y Tailandia son los dos países de la región con mayor tráficos de personas, reciben menores de Vietnam, pero de allí pasan a países más ricos e incluso llegan a Europa.

A este problema de mentalidad se suma también la pobreza de la mayor parte de las familias y la falta de educación. Además en Afganistán, se añaden las consecuencias de muchos años de guerra. Durante el régimen de Pol Pot ponían a las mujeres y a los hombres en dos filas y las parejas que se formaban se transformaban en matrimonios. En sus días fértiles las mujeres eran obligadas a mantener relaciones sexuales con sus maridos. Precisamente, los niños que nacieron en esa época tienen ahora unos 20 años, proceden de matrimonios sin amor y de contextos en los que la violencia estructural se convierte en violencia doméstica.

A las mujeres asiáticas les obligan a quedarse en casa y les dicen que no necesitan ir a la escuela. No tienen ningún tipo de igualdad de género, existe mucha violencia doméstica; los maridos maltratan a sus mujeres y, en muchos casos, inclusos los suegros las agreden. Muchos padres venden a sus hijas a casas de prostitución. La mujer se acostumbra a los golpes y, en el caso de las casadas, no pueden separarse de sus maridos porque no tienen recursos económicos propios.

Las mujeres en Camboya son esclavas por definición, no tienen derecho a decir ‘no’.

AFESIP tiene tres centros en Camboya, que acogen y atienden a niñas que han sido víctimas de explotación sexual. Los centros acogen pequeñas que durante mucho tiempo han tenido que soportar a 15 clientes al día y, si no lo conseguían, eran torturadas. En AFESIP quieren que se recuperen, desarrollan un trabajo psicológico, les dan confianza y amor.

Su objetivo es conseguir que esas niñas sean independientes económicamente, por eso las alfabetizamos y les damos formación profesional. Cuando están preparadas intentamos reinsertarlas en la sociedad, en una comunidad donde no conozcan su situación y lejos de su propia familia, ya que normalmente fueron éstas las que las introdujeron en el mundo de la prostitución.

También AFESIP tiene un proyecto para intentar cambiar el comportamiento sexual de los hombres. Ellos creen que pegar a sus mujeres es algo normal, así que a menudo quedábamos con el marido y la mujer para que hablaran con nosotros y convencerles de que los abusos no eran la solución. 

La solución pasa por mejorar las leyes y por recibir cooperación desde el interior y el exterior de Asia. Debemos educar a nuestra sociedad, para que los hombres dejen de interesarse sexualmente por los niños, por las pequeñas vírgenes y por la violencia. En esta línea, la lucha contra la corrupción es también una acción importante. En estos momentos, si una chica que ha sido víctima de abusos va a la policía a denunciar el caso puede ser que no encuentre solución porque muchos policías y la justicia han entrado en el círculo de la corrupción.

La comunidad internacional, y sobre todo la Unión Europea, debería presionar a los Gobiernos asiáticos para que apliquen la ley de extraterritorialidad, una normativa que permite juzgar en sus países de origen a los turistas y personas que abusan de menores fuera de sus fronteras. En la actualidad, cuando los extranjeros son condenados en Asia, van a juicio y salen libres; al volver a sus países de origen tampoco les juzgan.









1 comentario:

  1. "Una de cada cinco mujeres en el mundo ha sido violada, al menos, una vez en la vida." Que dura afirmación, y lo mas duro de esa frase es AL MENOS, eso quiere decir que hay mujeres que son violadas repetidamente, que seguramente por su situación se ven sometidas he incapaces de salir del lugar donde viven.
    Esto no nos tiene que hacer valorar la suerte que tenemos las mujeres europeas, si no nos debería de hacer reflexionar para pensar como podemos apoyar la lucha contra la situación de estas mujeres.

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