martes, 3 de abril de 2012

UN PARAÍSO SEXISTA: NIGERIA

Amnistía Internacional presentó un informe Nigeria: Unheard voices: violencia against wowen in the family, en el que manifestó que, al parecer, en ciertas comunidades del estado nigeriano de Lagos, hasta dos terceras partes de las mujeres han sufrido violencia física, sexual o psicológica en el ámbito familiar, a pesar de lo cual, ni el gobierno del estado ni el federal han hecho nada para remediar el problema, llegando incluso a aprobar la violencia en algunos casos.

"Todos los días, muchas mujeres nigerianas son golpeadas, violadas e incluso asesinadas por miembros de sus familias por supuestas transgresiones que abarcan desde no tener la comida hecha a tiempo hasta visitar a parientes sin permiso del esposo -ha manifestado Stephane Mikala, director adjunto del Programa para África de Amnistía Internacional-.

"Esta y otras formas de violencia contra las mujeres persisten debido a leyes discriminatorias que las aprueban -ha señalado Itoro Eze-Anaba, de la organización Proyecto de Asistencia y Defensa Legal (LEDAP), que ha colaborado en la elaboración del estudio en que está basado informe-. A la falta de medidas estatales para proteger los derechos de las mujeres se suman la actitud desdeñosa de la policía y las dificultades para acceder al sistema de justicia."

En Nigeria, la violencia contra las mujeres en el hogar se considera en general un fenómeno perteneciente a la esfera privada y no sujeto, por tanto, al escrutinio de elementos externos. La existencia de una cultura de silencio refuerza la estigmatización de que es objeto la víctima e impide que se condene a los autores de tales delitos.
Sin embargo, hay mujeres y hombres de Nigeria que están llamando cada vez más la atención sobre la injusticia y la discriminación de que son objeto las mujeres y reivindican los derechos de las mujeres y las niñas que sufren violencia en el hogar. Una de las principales dificultades que encuentran es la grave falta de denuncias de violación y otras formas de violencia sexual, debido a la cual los autores de estos delitos raras veces son puestos a disposición judicial.

Asimismo, la legislación discriminatoria de Nigeria agrava aún más el problema de la violencia contra las mujeres. Por ejemplo, en el caso de los abusos deshonestos, el Código Penal nigeriano impone mayor pena si la víctima es hombre que si es mujer. En concreto dispone:
"Toda persona que cometa abusos ilícitos y deshonestos contra un varón incurrirá en un delito grave, penado con tres años de prisión (artículo 353)"
"Toda persona que cometa abusos ilícitos y deshonestos contra una mujer o una niña incurrirá en un delito menor, penado con dos años de prisión" (artículo 360)

Entre las recomendaciones formuladas por Amnistía Internacional al gobierno nigeriano para que se ocupe del problema de la violencia contra las mujeres en el hogar figuran:
- vigilar la violencia contra las mujeres en el hogar;
- prohibirla en la legislación y revocar las leyes que permitan que prospere;
- poner fin a la discriminación contra las mujeres en el sistema de justicia penal y tomar medidas positivas para combatir los prejuicios sociales contra las mujeres;

Fuente: La insignia

Debo de destacar en esta entrada el caso de la nigeriana Amina Lawal, fue símbolo de la lucha de los derechos de la mujer.

Una campaña mundial impidió que la lapidaran por haber tenido una hija después de divorciada. Icono de la lucha por los derechos de las mujeres, la mujer que conmovió y movilizó a millones de personas en una campaña internacional sin precedentes que evitó su lapidación.


En setiembre de 2003, cuando su rostro sereno llegó a los diarios y los televisores de todos los continentes, . Entonces, un tribunal islámico la había condenado a morir apenas destetara a Wasila, su tercera hija, concebida fuera del matrimonio y cuando ya estaba divorciada.
Enterramiento hasta las axilas y apedreamiento hasta morir, esa es la pena para el adulterio prevista en el sistema jurídico basado en una interpretación ortodoxa del Corán vigente en 12 de los 18 estados del Norte de Nigeria.

¿Cómo es que llegó a eso? Amina, la menor de 13 hermanos, se casó por primera vez a los 14. De ese matrimonio de 12 años nacieron dos hijos. Se divorció y volvió a casarse, aunque por poco tiempo: “Estuvimos casados diez meses, porque yo sufría hemorragias y él no quería pagar mis medicamentos”, les contó a los periodistas que seguían su juicio. Después de ese segundo divorcio vino el nudo de la pesadilla: Yahaya Mohamed, sobrino lejano de su segundo marido comenzó a cortejarla. El noviazgo duró once meses. “Cuando fue evidente que que su familia no lo dejaría casarse conmigo, me sedujo y mantuvimos relaciones sexuales dos veces. Eso es todo”, contó incrédula.

Cuando se enteró del embarazo, el padrastro de Amina fue a quejarse al jefe del pueblo. El seductor aceptó su responsabilidad y prometió mantener al bebe, llamada Wasila. Muy poco después incumplió su promesa y Amina fue arrestada. El mismo juez que la condenó a muerte, exoneró a su amante.

La Corte de Apelaciones de Katsina invalidó ese dictamen y otro que en segunda instancia lo había confirmado. El fallo fue interpretado como el resultado de la impresionante campaña internacional a la que se sumaron millones de firmas a los pedidos de celebridades.
El revuelo hizo que el mismo presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, anunciara la suspensión de las lapidaciones. Con su bebe Wasila siempre a upa, y dando muestras de un estoicismo fuera de lo común, Amina se convirtió en ícono de la lucha por los derechos de las mujeres, sobre todo de las más pobres.